No suena la música que sonaba de noche.
No me perturba el humo de tu cigarro,ni siquiera me cega la luz del amanecer
al tiempo que el fuego ameniza su incandescente movimiento.
Su suave caricia en mi mejilla, caricia de calor que sonroja mi rostro, se desvanece, se aleja.
Miro tus ojos de discutible color. A mi me saben a miel mientras tu te empeñas en pelear por su inconfundible sabor. Chocolate puro.
Me prometo que no eres nada. Yo tampoco lo soy. Solo somos dos extraños. ¿Qué más puede unirnos, que el encuentro de una noche, sin nada de especial?. Sí, sin nada que nos hiciese quedarnos en aquel lugar, aquella música... cuando solo inconscientes nos buscábamos entre la gente, disimulando un beso robado. Tú, que te observaba y creía ver un espacio inexistente.
No suena la música, ni siquiera me molesta el humo de tu cigarro, sin embargo me cega la luz del día cuando busco tu recuerdo. Cuando busco tus besos, nuestros cuerpos desnudos.
Nuestra risa entrecortada por nuestros labios imperfectos que nos atrapan que nos piden más. Insaciables del amor creado, inventado de la nada, de nuestro juego de fantasías.
No suena la música, no está en mi el humo de tu cigarro, ni siquiera queda la luz del amanecer, solo me queda un "tu" lejano y un "yo" que allí escuchando tu canción se quedó...
kb
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